miércoles, 26 de febrero de 2025

Nunca fue solo Evo

febrero 26, 2025 0


 Por  Carlos Macusaya

En los años 90 era inimaginable, por ejemplo, que en las grandes cadenas televisivas del país se le diera espacio a Maroyu o que esta agrupación tuviera como bailarina a alguien que en su momento fuera candidata a Miss Santa Cruz (que es el caso de Wendy Callaú Durán). También era inimaginable que los “indios” se articularan como mayoría política y colocasen a un igual suyo como presidente de Bolivia, cosa que pasó en los primeros años del siglo XXI.

Ni el “boom” de la cumbia chicha ni la articulación étnica fueron accidentes o “perturbaciones externas”. La música que escuchan y bailan los sectores populares en sus fiestas es la cumbia chicha, esos mismos sectores que masivamente votaron por el MAS. La emergencia política de estos (aglutinados en distintas formas organizativas) y los procesos de ascenso social que vivieron se han manifestado no solo en la preferencia electoral, sino también en el posicionamiento de su música (¡el proceso de cumbia!).

Sería tonto creer que lo inimaginable hace más cuatro décadas se concretó por obra de algún ser superdotado y casi “divino”. Curiosamente esto es lo que creen los “evistas”. En su “guerra interna” con el gobierno vienen rindiendo pleitesía a Evo Morales, presentándolo como el artífice individual del proceso de cambio y como quien con su sola presencia repetirá las glorias de tal proceso y así salvará a Bolivia.

Empero, Evo llegó a la presidencia tras una serie de movilizaciones masivas, entre 2000 y 2005, en las que no tuvo un papel protagónico y en las que surgieron dos demandas que articularon el descontento acumulado en los años anteriores y lo transformaron en esperanza: nacionalización de los hidrocarburos (2003) y asamblea constituyente (2005). Se había producido un “nosotros indígenas” masificado frente a los “gobiernos tradicionales” y que expresaba a la vez una voluntad de cambio, articulando demandas sectoriales en una perspectiva general.

En las elecciones de diciembre de 2005, el MAS hizo suya la “agenda” de las movilizaciones y cosechó electoralmente tanto las expectativas de cambio y el rechazo a los partidos tradicionales. Evo, a diferencia de Felipe Quispe, mostró habilidad en la negociación y sumó el apoyo de distintos sectores que tenían gran capacidad de movilización. Además, también a diferencia de Quispe, logró acercamientos con personajes provenientes de estratos medios dispuestos a buscar otras alternativas políticas. En ese contexto, una formula compuesta por un “indio” (Evo Morales) y un “q’ara” (Álvaro García) tenía mucha fuerza. Nunca fue simple y llanamente Evo.

Así se abrió el proceso de cambio, desde el cual se construyó la imagen de Morales como el “gran líder indígena”. Se “nacionalizó” lo hidrocarburos, lo que, sumado a un contexto favorable de precios, permitió que el Estado tenga mayores ingresos. Se llevó adelante una Asamblea Constituyente y se aprobó la Constitución hoy vigente. Con el pachamamismo se acompañó, y se desfiguró a la vez, la reconfiguración de las relaciones de clase y de estratificación, principalmente entre los sectores populares.

Sin embargo, en la medida que las condiciones económicas mejoraron, las fuerzas sociales que emergieron entre el 2000 y 2005 fueron erosionándose tanto en su capacidad de articulación interna como en su capacidad de interpelar a otros sectores. El amplio proceso de ascenso social dio lugar a que la apelación a la pertenencia étnica sea menos relevante. Pero además, hoy ya no se tienen los ingresos económicos que se tuvieron durante los años gloriosos del proceso de cambio. En lugar de esperanzas entorno a “ideas fuerza”, reina la incertidumbre y no “alcanzaría” con buscar un acompañante “q’ara” (que remplace al “traidor”) para revertir la situación.

Ante este panorama, Evo no muestra capacidad de articulación y vive paranoico identificando traidores entre sus leales. Solo tiene la tozuda voluntad de ser candidato. No sorprende que hace varios meses atrás planteara que su acompañante de formula sea alguien que tenga una propuesta (no de los “movimientos sociales”) para resolver la crisis económica o para cambiar la justicia. Es decir, él solo tiene la intención de ser presidente, pero no tiene algo que proponerle al país. Siendo justos, lo mismo les pasa a los demás aspirantes a presidente.

En su “incansable afán” por ser candidato, Evo Morales logró un acuerdo con el Frente Para la Victoria (FPV). Empero, es dudoso que su participación se concrete, pues si bien el “gobierno antievista” ha mostrado gran incapacidad en el cumplimiento de sus responsabilidades, ha sido todo lo contrario a la hora de forzar ciertas medidas en otros órganos del Estado, por ejemplo, a la hora de arrebatarle la sigla del MAS a Morales. Con toda la ineptitud que Arce y Choquehuanca han derrochado en el ejercicio de sus cargos, también han mostrado la clara voluntad de sacar a Morales del escenario electoral y lo más probable es que esto se concrete en los siguientes días.